Mi profesor de Matemáticas también es ‘youtuber’ El vídeo gana terreno como herramienta educativa. Los docentes comienzan incluso a abrir sus propios canales de YouTube como fórmula para innovar en el aula

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Durante el último año, Antonio Pérez se ha pasado 20 horas cada semana delante de la cámara. No es ni presentador de televisión ni actor. Es profesor. Y también youtuber. Da clase de Física y Química a sus alumnos del instituto Sierra Luna, en Los Barrios (Cádiz). Y, al mismo tiempo, a los más de 4.000 suscriptores de Antonio Profe, el canal que tiene abierto en la mayor plataforma de vídeos de Internet. Como él, cada vez más docentes se atreven a abrir las puertas de sus aulas a YouTube, que quiere despojarse de la etiqueta de elemento de distracción para los alumnos y convertirse en una herramienta educativa en manos de los docentes.

“Haz la cuenta: ¿cuántos institutos puede haber en una ciudad? ¿Y móviles? El aula hoy es el salón, una cama, un bar o un parque. Puede ser cualquier sitio porque el aula es un móvil”, sintetiza Antonio García Villarán. Doctor en Bellas Artes, ha impartido clases de dibujo y pintura al uso en su propia academia, en la universidad e incluso en la cárcel. Hoy tiene 10.000 alumnos en la plataforma de cursos online Udemy y más de medio millón de seguidores en su canal de YouTube, dedicado a la divulgación del arte. Y eso que hace solo cuatro años, cuando empezó, no tenía ni idea de cómo encender una cámara. “Me da muchísima más libertad de cátedra”, asegura. “Explico lo que quiero y como quiero y si la gente ve que es bueno, se apunta”.

Dedicado casi por completo a lo online y a lo audiovisual, su caso está en un extremo del fenómeno de YouTube como herramienta educativa. En el otro lado, más terrenal, se ubican esos profesores que desde hace un tiempo han empezado a incorporar los vídeos de esta gigante plataforma —casi 2.000 millones de usuarios en todo el mundo— como un material más en el aula.

Mark Polko, docente y responsable de tecnologías en el colegio privado San Francisco de Paula, en Sevilla, lo utiliza en todas sus clases. Recopila material de aquí y de allá con el que crea un “camino de aprendizaje” para sus alumnos. La herramienta, dice, le permite diversificar y llegar de formas diferentes a cada uno de los 24 estudiantes que tiene de media en clase. Algo que, con la clásica lección magistral, asegura que es imposible. “El rol del profesor ha cambiado por completo”, señala. “No se trata solamente de explicar la materia, sino de guiar a los alumnos. Ser su apoyo y, si se desvían, ayudarles a encontrar el camino”.

El 75% de la generación Z utiliza YouTube, su tercera red social preferida por detrás de Instagram y WhatsApp, según el penúltimo estudio anual de redes sociales de IAB. Y los contenidos educativos ganan enteros. Tanto por parte de aquellos profesores que se graban para nutrir con sus explicaciones sus canales como por el lado de los edutubers, los youtubers especializados en educación y divulgación, que no paran de crecer. Los contenidos relacionados con el aprendizaje generan 1.000 millones de visitas al día y el año pasado los canales de divulgación crecieron en España un 50%, según datos de la plataforma, propiedad de Google. El propio YouTube ha visto el filón. En octubre anunció una inversión de 20 millones de dólares para fomentar este tipo de contenidos y la semana pasada organizó en Madrid el primer encuentro entre youtubers y profesores en España para tratar de encauzar todo este movimiento.

“Es una fórmula muy buena para enriquecer a nuestros alumnos, para que vean diferentes fuentes. Los profesores no tenemos la verdad absoluta”, señala Laura Cuesta, profesora de estrategia digital y social media de la Universidad Camilo José Cela (UCJC). La experta señala que es en las asignaturas STEM —ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas, por sus siglas en inglés— donde más se ha popularizado el uso de YouTube. “Son las más difíciles de explicar y las que más pueden frustrar a profesores y alumnos. Al grabar este tipo de contenidos conseguimos que todos los estudiantes, aventajados y rezagados, tengan las mismas oportunidades: pueden ponérselo tantas veces como quieran, parar donde no entienden… ”.

Para enseñarles a recopilar información en Internet, para practicar la expresión oral grabándose en vídeo, para ofrecerles material de repaso… Hay casi tantas aplicaciones como profesores. Pero mientras que docentes como Mark Polko utilizan material producido por otros, algunos han dado un paso más allá y se atreven a ponerse delante de la cámara. Graban sus propias explicaciones para que sus alumnos las puedan ver en casa. Es aquí donde YouTube se perfila como una herramienta muy útil para aplicar la llamada clase invertida o flipped classroom, una metodología innovadora que consiste en que los estudiantes se preparan la teoría en casa mientras que el tiempo en el aula se dedica a la práctica y a un trabajo más personalizado.

Eso es precisamente lo que hace Miguel Pérez Luque, profesor de Matemáticas del instituto Sierra de Mijas, en Mijas (Málaga). Se arrancó con un vídeo sobre cómo realizar una tabla de frecuencias, se lo enseñó a sus alumnos y como les gustó, comenzó a publicar en su canal, JaqueEnMates, con 11.000 suscriptores. Pero ni lo utiliza siempre ni vale para todo, dice. “Es un complemento al profesor, nunca un sustituto. Algo que es mecánico lo pueden aprender en el vídeo, pero en clase tú les ayudas en el desarrollo del razonamiento, les preguntas: ‘Eso que sale en el vídeo, ¿por qué crees que es así?’. Y ahí el profesor es insustituible”. En su vídeo más visto enseña a dividir por dos cifras y acumula 357.000 visualizaciones.